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Hemorragia subaracnoidea y pérdida cognitiva
Martes 13 Febrero 2018La hemorragia subaracnoidea es una situación gravísima por la elevada incidencia de mortalidad tras ella y su morbilidad, si el paciente no fallece.
La hemorragia subaracnoidea es una situación gravísima por la elevada incidencia de mortalidad tras ella y su morbilidad, si el paciente no fallece. Puede ser de naturaleza traumática o no traumática, como el caso que presentamos. Esta última ocurre a consecuencia de la rotura de un aneurisma cerebral, generalmente producida por un súbito aumento de la presión arterial. Por su parte, los aneurismas arteriales son procesos de desarrollo a lo largo de la vida, por arteriosclerosis, consecuencia de los hábitos alimenticios y tóxicos (tabaco, alcohol….) a los que la sociedad actual del primer mundo está expuesta.
La rotura del aneurisma produce un gran sangrado cerebral, con el consiguiente edema que daña las estructuras cerebrales, seguido de una reacción de vasoespasmo (vasoconstricción arterial) que trata de evitar la progresión del sangrado, pero cuya consecuencia es una importante isquemia cerebral (falta de riego y aporte de oxígeno al cerebro), lo que implica un posterior grave daño.
En el caso que publicamos, el paciente sufrió una rotura no traumática de un aneurisma de la arteria comunicante anterior que le produjo muy importantes daños en la esfera cognitiva: pérdida de la memoria reciente, absoluta desorientación temporal y espacial y total dependencia para las actividades de la vida diaria.
Comenzamos a tratarle casi un año después de su ictus y nueve años después de su accidente cerebro-vascular, el paciente había recuperado todas las funciones cognitivas y actualmente es plenamente independiente para todas las actividades de la vida diaria. Un importante corolario es que en la recuperación de un daño cerebral no existe un plateau, como clásicamente se ha venido afirmando.
La rotura del aneurisma produce un gran sangrado cerebral, con el consiguiente edema que daña las estructuras cerebrales, seguido de una reacción de vasoespasmo (vasoconstricción arterial) que trata de evitar la progresión del sangrado, pero cuya consecuencia es una importante isquemia cerebral (falta de riego y aporte de oxígeno al cerebro), lo que implica un posterior grave daño.
En el caso que publicamos, el paciente sufrió una rotura no traumática de un aneurisma de la arteria comunicante anterior que le produjo muy importantes daños en la esfera cognitiva: pérdida de la memoria reciente, absoluta desorientación temporal y espacial y total dependencia para las actividades de la vida diaria.
Comenzamos a tratarle casi un año después de su ictus y nueve años después de su accidente cerebro-vascular, el paciente había recuperado todas las funciones cognitivas y actualmente es plenamente independiente para todas las actividades de la vida diaria. Un importante corolario es que en la recuperación de un daño cerebral no existe un plateau, como clásicamente se ha venido afirmando.
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