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¿Seríamos o serán capaces?

Jueves 19 Enero 2017

Son varios los lesionados medulares que hemos tratado a lo largo de estos años, y varios también los que han salido de Foltra andando, incluso sin ayuda, aunque la mayoría precisasen un andador u otro tipo de apoyo.

Son varios los lesionados medulares que hemos tratado a lo largo de estos años, y varios también los que han salido de Foltra andando, incluso sin ayuda, aunque la mayoría precisasen un andador u otro tipo de apoyo. Y estamos hablando de lesiones completas motoras y sensitivas, las llamadas ASIA A, en las que teóricamente es imposible sobrepasar el nivel de la lesión. Son varios también, aquellos en los que los resultados obtenidos son pobres, inluso en la denominada ASIA C, en la que teóricamente sería más fácil el conseguir resultados positivos. ¿Por qué estas diferencias?, ¿por qué unos sí y mucho y otros no o casi nada?. Realmente no lo sabemos, aunque hay ya una técnica a nuesro alcance, la llamada Resonancia Magnética por Tensor de Difusión, o Tractografía, que permite tanto a nivel cerebral como medular visualizar (tras un complejo análisis por ordenador) los haces de fibras nerviosas que se hayan formado o la ausencia de éstos. Comenzaremos a utilizarla, siempre que el paciente esté dispuesto a someterse a esa resonancia, y quizás podamos entender mejor el por qué de las diferencias entre pacientes (también es una técnica válida para conocer la reparación o formación de nuevos haces nerviosos que reconecten zonas cerebrales). Pero al margen de esa técnica que, en realidad, solo proporciona información mediante imágenes, en los dos últimos años se han publicado varios trabajos en os que se describe que el crecimiento de un axón depende de forma más que significativa de la cantidad de mitocondrias que existan en la zona (vamos a llamarle cabeza del axón) en la que el crecimiento tiene lugar. Esta podría ser una explicación, al menos teórica, del por qué de las diferencias en las respuestas en pacientes con la misma patología. Aquéllos en los que el tratamiento hubiese inducido una respuesta de crecimiento axonal, y sabemos que la GH lo hace (publicado por nosotros en ratas y posteriormente por otros dos grupos noteamericanos, uno del John's Hopkins Hospital de Baltimore y el otro de la Universidad de Harvard), ese crecimiento estaría condicionado por el número de mitocodrias en la "cabeza" del axón. ¿Y por qué las mitocondrias?, pues porque en ellas tiene lugar la cadena respiratoria celular, fuente de energía para las células y el organismo. 

Es claro el que no podemos analizar el componente mitocondrial en los axones de cada paciente, aunque quizás este sea el factor clave en las respuestas.

No era ese, sin embargo, el objetivo de este artículo. Comenzábamos con la cualificación que se nos había concedido, y por ahí vamos a seguir. Entre otras muchas cosas, incluso legislación europea y americana al respecto, aprendimos a "fabricar" nervios en laboratorio. Es relativamente sencillo, aunque laborioso. Y lo que aquí me planteo, con relación a la lesion medular, es lo siguiente: ¿qué ocurriría si fabricásemos esos nervios y un experto neurocirujano hiciese con ellos un bypass de la lesión?. Es decir, injertar un nervio, o varios, que previamente se hubiese construído en laboratorio con una matriz de fibrina-agarosa rellena de células madre del propio paciente, inmediatamente por encima de la lesión por una parte y por debajo de ésta por otra. Sería un procedimiento quirúrgico similar al que hacen los cardiocirujanos, para sobrepasar el punto de cierre de una arteria coronaria (técnica de uso diario desde hace años). Las señales del cerebro a los músculos pasarían a través de esos nervios artificiales (pero naturales) y reconectarían la médula a nivel motor, pero también a nivel sensitivo. En mi experiencia creo, sin embargo, que todo ello precisaría de un adecuado tratamiento con GH, para estimular la proliferación y diferenciación de esas células madre en los nervios implantados y su conexión con los segmentos medulares (dermatomas y miotomas); igualmente se precisaría fisioterapia para ayudar en la reparación nerviosa. ¿Algo más?, pues sí: Tiempo, a veces demasiado para el paciente, pero necesario pues el crecimiento axonal es muy lento. Tenemos evidencias claras de que ello es así. Hace cinco años llegó a Foltra un niño con un raro síndrome, 2 casos entre cada 100.000 nacidos, según las estadísticas. En él, durante una etapa crítica del desarrollo fetal de la columna vertebral, el crecimiento de ésta se había interrumpido a nivel de la segunda vértebra lumbar. Ahí finalizaba la columna, y por tanto la médula espinal espinal, con lo que toda las piernas carecían de inervación, al igual que los esfínteres. A mayores existía una agenesia sacra, es decir carecía de sacro. Toda la literatura científica de aquel entonces, pero también la actual, afirmaba que se trataba de casos para los que el único tratamiento posible era de soporte, sin posibilidad de curación. Incluso algunos autores proponían y proponen que en estos pacientes procede la amputación a nivel de las rodillas para que se puedan sentar con mayor facilidad. A pesar de ello comenzamos a tratarlo, como si fuese un lesionado medular. A los 4 meses comenzó la inervación sensitiva de zonas hasta entonces carentes de sensibilidad. A los 9 meses existía ya actividad motora en algunos músculos del muslo. Para abreviar, cinco años después, siguiendo el mismo tratamiento médico y de fisioterapia, el niño anda con muletas (recordemos que le falta un punto de apoyo clave para la marcha, como es el sacro), y es capaz de levantarse solo del suelo y mantenerse erguido con los brazos extendidos en cruz durante un tiempo. Ha adquirido control de esfínteres y es capaz de hacer un movimiento tan complejo como la flexión plantar contra resistencia. Es decir, ha adquirido toda la inervación de la que carecía por su síndrome malformativo fetal. Primer caso en la historia de la Medicina que saldrá publicado en febrero en una importante revista científica. ¿Cómo es posible todo ello?. Las resonancias efectuadas en estos años muestran que la columna vertebral no creció, sigue estancada en la segunda vértebra lumbar, como es lógico pues el desarrollo vertebral que se da en la etapa fetal solamente ocurre durante un período de tiempo crítico y como consecuencia de la expresión secuencial y coordinada de muy diversos genes que, tras esa etapa, se silencian definitivamente. ¿Cómo explicamos lo ocurrido?, pues a falta de una tractografía que lo confirme, creemos que como consecuencia del tratamiento recibido durante estos años se ha formado una red de conexiones nerviosas, a partir de la última raíz vertebral existente (segunda lumbar) que con la fisioterapia se fue dirigiendo a inervar las zonas correctas. Tiempo, tiempo y tiempo...., pero el resultado lo justifica.

Bien, ¿cuál es la segunda idea para reconectar la médula espinal en las lesiones?. Pues tras pensarlo durante unos meses, se nos ocurrió una idea que le comentamos a varios ingenieros informáticos, electrónicos..., pero la respuesta fue en todos los casos que era imposible. Impossible is nothing (no hay nada imposible), dicen los americanos (o decían antes de Mr. Trump). La idea consistía en implantar en la médula, por encima y por debajo de la lesión, un microchip que discriminase las señales procedentes del cerebro y las enviase al microchip inferior, y de éste a la médula intacta por debajo de la lesión; y a la inversa, el microchip inferior recibiría no solo las señales procedentes del superior, sino también las sensitivas procedentes de la médula intacta por debajo de la lesión. Es decir, un microchip recibiría señales motoras del cerebro y sensitivas del otro microchip, y a la inversa. ¿Cuál o cuáles serían los problemas?. El primero la técnica quirúrgica para implantar esos chips; la segunda, pues la posibilidad más que real de que las raíces nerviosas por debajo de la lesión se hubiesen atrofiado como consecuencia de la ausencia de señales. Habría que regenerarlas por tanto. ¿Cómo?, pues como siempre, con GH, fisioterapia y tiempo...

La primera dificultad, la técnica quirúrgica, seguramente muy compleja y arriesgada, se podría solventar implantando los microchips bajo la piel o colocándolos en un cinturón, aunque para ello haría falta que esos microordenadores tuviesen una alta capacidad discriminatoria, para diferenciar bien y específicamente, las señales que pudiese enviar el cerebro y/o las sensitivas que deben llegar a éste, de otros muchos tipos de señales. Difícil pero no imposible. Al fin y al cabo la transmisión nerviosa es eléctrica hasta la sinapsis, donde de nuevo se genera una corriente eléctrica. Si el hombre ha sido capaz de fabricar sondas espaciales, con miles de circuítos en microchips, telescopios en órbita que ven el más allá, teléfonos capaces de hacer videos en alta resolución..., ¿no seríamos capaces de fabricar esos microchips?. Impossible is nothing...., hasta que Mr. Trump diga lo contrario, y hoy mismo he leído que hay en marcha un proyecto similar al que acabo de describir, aunque menos específico y selectivo. El tiempo dirá si estoy equivocado en alguno de esos planteamientos, algo que no podré comprobar hasta que no tengamos una instalación GMP, lo que va a ser difícil por el coste.

Jesús Devesa       

Mas sobre el tema: foltra , lesion medular , fabricar nervios
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